viernes, 7 de septiembre de 2012


“El hombre no está en pie ni por su riqueza,
ni por su sabiduría, ni por su fuerza.
¿Qué cosa es entonces lo que lo hace estar en pie?
SU ORACIÓN”
Midrash Tehillim 142,1
Salmo 16, oración del consagrad@ al Señor
Cada tribu de Israel poseía una heredad, un lugar para habitar con sus diferentes familias. La tribu de Levi era la única que no poseía parcela, su heredad era el Señor Dios, El es su lote, por ello el orante de este salmo es un hombre completamente consagrado a Dios, libre de poseciones, su única riqueza es Dios mismo.   
1Protégeme, Dios mío, que en ti está mi refugio.
2 Yo digo al Señor: Dueño mío, tu eres mi Bien, nada puede compararse a Ti.
3 A los dioses de la tierra y a los señores en quienes me deleitaba.
4 Que sus desgracias se multipliquen, que los sorprendan unas tras otras. Yo jamás derramaré libaciones con mis manos, ni mis labios proclamaran sus nombres.
5 Señor tu eres la parte de mi herencia y de mi copa; Tú mismo has echado mi suerte.
6 Las cuerdas me asignaron una parcela deliciosa, El Altísimo midió mi heredad.
7 Bendigo al Señor que me aconseja, aun de noche instruye mi conciencia.
8 He elegido al Señor como mi guía perpetuo, de su mano derecha jamás me apartaré.
9 Dios fiel, mi corazón se alegra, Mis entrañas saltan de alegría y aun mi carne habita al cubierto,
10 pues no entregarás mi vida al abismo. Ni dejarás que tu amigo vea el sepulcro.
11 Me enseñarás un camino de vida, me llenarás de alegría en tu presencia, de gozo eterno a tu derecha.   
 
 

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