jueves, 28 de noviembre de 2013

1er DOMINGO DE ADVIENTO - CICLO A

ADVIENTO: TIEMPO PARA PEREGRINAR





La peregrinación en sus diferentes formas es el símbolo más adecuado para entender la vida del hombre, que se percibe fundamentalmente como camino hacia la eternidad, la verdad y la plenitud.


Casi siempre nos referimos al tiempo de Adviento haciendo eco a las palabras de Juan Bautista: Tiempo para preparar el camino del Señor, tiempo para allanar y enderezar la ruta.  La liturgia de la Palabra de este primer domingo de Adviento del ciclo A nos centra, a mi parecer, en el lugar preciso a donde conduce la senda que preparamos. El objetivo no es la vía, si bien hay que esforzarse por enderezarla y limpiarla, la meta no es quedarnos en esta labor. Lo grande del adviento está en la culminación, el lugar hacia donde se peregrina y la persona a la que corremos a encontrar. 
 
1. Peregrinar y habitar en Jerusalén

No cabe duda que Jerusalén es ante todo un lugar geográfico, físico, localizable en un mapa. El lugar al que todo creyente tanto judío como cristiano quiere dirigir sus pasos en peregrinación. 
Isaías nos presenta una imagen muy linda de Jerusalén como lugar de donde emana la Palabra del Señor y como lugar imantado que atrae por su propia fuerza a todos los pueblos hacia ella. Todos son acogidos en esta Casa, todos tienen en ella su lugar, todos tienen derecho a gozar de su paz.
 * ¿Hacia dónde peregrino?
* ¿Cuál es el propósito de mi peregrinación?
 
 2. Estar en el Monte de los Olivos

Sin monte de los Olivos no se habla de Mesías, este es el lugar que los profetas marcan como su descenso seguro hacia la ciudad santa (Za 14,1-9). Estar  en el monte de los Olivos equivale a estar atento a las señales que hablan de la llegada del Señor.  Estas señales no son siempre fáciles de interpretar, nos confunden, nos hacen ir más allá para ser leídas en clave escatológica. 
 
* ¿Existen señales en mi vida, en mi entorno, que me exijan una lectura nueva, desde la fe ?
 
3. Aprovechar la influencia y la santidad de los lugares, los tiempos y las personas

Sabemos como principio que solo Dios es santo y sabemos también que solo uniéndonos a la santidad suprema podemos acogerla en nosotros. Ella es fruto de la receptividad divina.
Una forma de santidad se encuentra en los lugares habitados por Dios y los hombres que lo buscan. En la Escritura la santidad de los lugares posee una dinámica concéntrica, de lo pequeño a lo grande y de lo grande a lo pequeño. Parte del Santo de los Santos, hacia el Templo entero, prosigue con la ciudad de Jerusalén, se abre a Judá y por último al Mundo entero. Pero hay siempre una búsqueda del lugar por excelencia del que emana la santidad y por ello se da un retorno al centro.
Existen también tiempos que marcan la santidad, ritmos que van dando cadencia a la vida litúrgica de la comunidad creyente y tiempos personales que dan consistencia a la vida del creyente.
Por último se debe hablar de una vida de santidad que es en la que todo se integra.
 
* ¿Lugares, tiempos y vida se integran en mi búsqueda del Señor?
 
4. Acoger al Mesías

El fin último de nuestra peregrinación, de habitar la santidad y de ir trasformando nuestra existencia en una vida santa es el encuentro con el Mesías. Encuentro cotidiano y gran encuentro final.  Por encima de todo tiempo y lugar, la razón más profunda de la peregrinación cristiana es la conversión al Dios vivo a través del encuentro consigo mismo. Así peregrinamos hacia el Mesías y él se hace camino hacia nosotros en cuanto nos abrimos camino por la historia para llegar hasta donde está él: “Si Él no hubiera tenido voluntad de ser camino, extraviados andaríamos. Hízose, pues, camino por donde ir. No te diré ya: ‘Busca el camino’. El camino mismo es quien viene a ti. Levántate y anda” (SAN AGUSTÍN, Sermón 141,IV,4).   
 * ¿Es Jesús de Nazaret verdaderamente el Mesías para mí?
* ¿Qué implicaciones trae en mi vida
el reconocerlo y caminar hacia él?
 



miércoles, 13 de noviembre de 2013

DOMINGO XXXIII - CICLO C


DOMINGO XXXIII – CICLO C
                                                    UNOS PUNTOS DE REFLEXIÓN

 Malaquías 3, 19-20ª
Miren que llega el día, ardiente como un horno, cuando arrogantes y malvados serán la paja, los quemaré el día que ha de venir, dice el Señor Todopoderoso, y no quedará de ellos ni rama ni raíz.
Pero a los que respetan mi nombre ymiv. yaeÛr>yI  los iluminará un sol de justicia que lleva la salud en las alas.

 Lucas 21, 5-19
5 En aquel tiempo, algunos elogiaban el templo por sus piedras hermosas, por las ofrendas que lo adornaban. Jesús les dijo:
6 Esto que contemplan, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida.
7 Ellos le preguntaron: Maestro, ¿Cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?
8 Él contestó:  Cuidado con que nadie los engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, ovno,mati, mou diciendo: "Yo soy", o bien: "El momento está cerca"; no vayan tras ellos.
9 Cuando oigan noticias de guerras y de revoluciones, no tengan miedo.
Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida.
10 Luego les dijo: Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre.
11 Habrá también espantos y grandes signos en el cielo.
12 Pero antes de todo eso los detendrán, los perseguirán, entregándolos a las sinagogas y a la cárcel, y los harán comparecer ante reyes y gobernadores, por mi nombre. ovno,mato,j mou\
13 Así tendrán ocasión de dar testimonio.
14 Hagan el propósito de no preparar su defensa,
15 porque yo les daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario.
16 Y hasta sus padres, y parientes, y hermanos, y amigos los traicionarán, y matarán a algunos de ustedes,
17 y todos los odiarán por causa de mi nombre. o;noma, mouÅ
18 Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con su perseverancia salvaran sus almas.
19 Gracias a la constancia salvaran sus vidas.


 ·         Antes que nada traté de arreglar la traducción teniendo en cuenta el texto griego de Lucas y el hebreo de Malaquías, me parece que ya es hora de traducir en castellano corriente sobre todo si es para nosotros latinoamericanos, así como habla el texto.
·         Teniendo en cuenta el original vemos que resalta en los dos textos la relevancia del Nombre del Señor, al lado de cada expresión coloqué el original hebreo y griego que traducen exactamente lo mismo. Esta expresión aparece cuatro veces por cuanto pide atención. Creo ver aquí una insistencia en el respeto, el uso y la consecuencia para el creyente que profesa la grandeza del nombre divino. Esto es muy fuerte en el judaísmo, recordemos la oración del Padre Nuestro. El nombre de Dios se santifica.

·         Siendo un texto apocalíptico y empleando su lenguaje, pone en evidencia un día que debe llegar y que todos esperamos, ¿Cuándo llegará? ¿Cómo llegará, con qué señales? Son las grandes preguntas que nos rondan, son preguntas importantes pero a las que realmente Jesús no da respuesta. No hay nada preciso.

·         Yo diría que esa pregunta por el futuro que nos apremia siempre, no nos deja ver el presente y no nos ayuda a vivirlo con radicalidad. Es algo así como la introducción al texto de Lucas, versículo 5, en la que algunos se quedan viendo las apariencias efímeras: bellas piedras y adornos. Jesús va más allá, lo importante no son las piedras sino la Presencia. La belleza de la casa no puede impedir que la Presencia divina se pierda. Lo importante es la Presencia. El pensar en el final de los tiempos no puede impedirnos vivir el presente.

·         Jesús nos asegura su ayuda varias veces: no tengan miedo (9), Yo les daré las palabras necesarias (15), nada en ustedes perecerá (18), por su constancia alcanzaran la salvación (19).

·         ¿Entonces por qué hacer de este texto de confianza en el Nombre de Dios que invocamos cada día un texto para solo leer catástrofes?

 
Fraternalmente Ana Francisca