jueves, 29 de agosto de 2013

LA EJECUCION DE JUAN BAUTISTA Mc 6,17-29


LA EJECUCIÓN DE JUAN BAUTISTA
MARCOS 6,17-29

El 29 de agosto hacemos memoria en la Iglesia de la muerte de Juan Bautista. Leyendo con un poco de atención y centrada en los últimos acontecimientos de mi país, Colombia, los ojos se me abren a una posible lectura del texto.

Estas últimas semanas de agosto 2013 han estado marcadas por el paro agrícola, los campesinos están hartos de que los políticos prometan y no cumplan, están cansados de esperar que las políticas agrarias mejoren y sobre todo están sintiendo en carne propia cómo los tratados de libre comercio (TLC) no son para ellos una oportunidad sino más bien una pérdida de garantías para su trabajo y para su dignidad como familias campesinas.
Ellos al fin han alzado la voz y denunciado. Gracias a su grito muchos colombianos nos hemos sentido interpelados.

Al meditar el pasaje recordé como Marcos es un evangelio político, escrito en Roma, en un contexto en el que el Imperio Romano reinaba como amo y señor y en el que quienes descontrolaban el orden establecido eran ajusticiados. Quien denunciaba la política del imperio se convertía en enemigo y debía ser liquidado.  

Entonces, me permito hacer una lectura de este pasaje desde esa realidad del Imperio y desde la realidad de mi país.  

Desde esta óptica lo primero que me llama la atención en el texto es que los dos que tienen que ver con Juan el Bautista y su denuncia portan el mismo nombre: Herodes y Herodías nombre griego que quiere decir el héroe y la heroína. Los dos pretenden aparecer como héroes, los dos  son en el fondo una misma persona con dos polos que hacen parte del poder.

Herodías odia a Juan, le tiene rencor y busca darle muerte pero no sabe cómo hacerlo. Herodes le tiene respeto, sabe que es hombre honrado, lo protege, sigue sus consejos y lo escucha con agrado.

El poder odia y ama al mismo tiempo, busca matar al que se le opone pero también constata que lo necesita para asegurarse un lugar en el señorío.

Ni el uno ni el otro sabe como quitarse de encima al que incomoda, para ello hace falta un intermediario, un tercero, la joven bailarina que con su danza sabe cautivar y pide, aconsejada por el rencor, la cabeza del que levanta la voz para denunciar.

De esta manera se llega al crimen perfecto para callar la voz de quien molesta, la cabeza rueda y es servida en una bandeja como un trofeo.

Valdría la pena preguntarnos ¿Es culpa de la bailarina? ¿Quién está detrás del crimen?

Así, esta hoy la realidad de Colombia, un poder establecido que no se siente del pueblo, que no es aldeano, que ha olvidado sus raíces y parece tener rencor con los campesinos. Por otro lado ese mismo poder dice escuchar a los hombres y mujeres del campo, dice respetarlos, dice necesitarlos.

¿Y qué les propone? El baile cautivador y sensual del TLC que entusiasme en sus inicios y luego haga rodar las cabezas, que los mande decapitar y luego sirva sus cabezas en bandeja de plata como trofeos. ¿Y luego qué vendrá? ¿Quién se erigirá como héroe, Herodes, frente a la mirada internacional como quien ha solucionado los problemas?

Este texto da mucho para reflexionar en nuestro aquí y en nuestro hoy colombiano.

Aunque no tengamos cartas en el poder político siempre nos movemos entre el odio y el amor, entre el rencor y el aprecio. Es hora de revisar nuestros sentimientos y nuestras posturas. Pensemos en tantas cabezas que buscamos que rueden, pero que como no sabemos cómo hacerlo escrutamos medios para que parezcan ser frutos de una danza foránea y no fruto de lo que nos habita en nuestro interior.

Un abrazo fraterno a todas y todos                                                                      Hna. Ana Francisca Vergara A o.p.

viernes, 2 de agosto de 2013

LA ORACION DEL SEÑOR, El Padre Nuestro




El Padre Nuestro, la Oración del Señor, es la oración que evidentemente todos los cristianos privilegiamos. Pero recordemos que jamás la pronunciamos litúrgicamente sin preparación.

En nuestro rito latino la introducimos diciendo: “fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir: Padre Nuestro…

En el rito ortodoxo se introduce diciendo: “Haznos dignos, Señor, de tener la audacia en la alegría y sin la presunción, de llamarte Padre. Oh Dios de los cielos, y de decirte: Padre Nuestro…”.

Es una oración tan grande que exige atención y coherencia de corazón y labios. Preguntémonos si cada vez que la repetimos somos conscientes de lo que nuestra boca pronuncia.

Un padre en los cielos

Jesús nos invita a orar a partir de una certeza: somos hijos de un Padre común y por tanto hermanos. Esta oración muestra la relación con Dios que Jesús propone a sus seguidores. Quien ora es como un niño lleno de confianza que habla a su padre.

Si nuestro Padre está en los cielos, tomando la palabra cielos no como un lugar sino como una dimensión de santidad, podemos afirmar que como hijos estamos llamados a ser santos como El. Pues como dice San Pablo ¡Somos de su raza! (Hch 17,29)

Esta es una oración mesiánica, que solo Jesús en su tiempo podía haber hecho. Es lo más personal que tenemos de Jesús. Sus anhelos y aspiraciones son inmortalizados allí, y el espíritu que hará realidad esa oración ha realizado milagros en los corazones de los hombres. Gottlieb Klein, rabino de Estocolmo

 Una oración bien elaborada.

Si tomamos el Padre Nuestro como lo presenta Mateo encontramos que lo podemos dividir en siete partes. La oración que Jesús nos ofrece responde a los requisitos que su época exigía:

·    Debía contener siete peticiones

·    Debía tener una estructura tripartita: alabanza, petición y ofrecimiento de gratitud

·      Las oraciones siempre se tenían que ofrecer en plural.

Introducción: Padre Nuestro

1.  Tu Nombre sea santificado

2.     Tu Reino venga

3.     Tu voluntad sea hecha en cielo como en tierra

4.     El pan de cada día dánoslo hoy

5.     Perdón de nuestras deudas como perdonamos a los deudores

6.   No nos lleves a la tentación 

7.  Líbranos del Maligno

Conclusión: Porque tuyo es el reino y el poder y la gloria para siempre jamás. Amén.

Una manera de leer y meditar la Oración del Señor:

¿Y si leyéramos y meditáramos el Padre Nuestro por parejas entre las alabanzas y las peticiones?  Quizás lo oraríamos de manera diferente. Hagamos el intento:

 

Tu Nombre y líbranos del maligno: Proclamar el Nombre de Dios Padre, es estar convencidos del poder de su Nombre que libera de todo mal. el maligno es quien engendra el mal. Es en el Nombre de Dios que los grandes portentos se han realizado, en su Nombre Jesús hacia signos y prodigios. En su Nombre siente que puede superar la hora fatal:

“Ahora mi espíritu está agitado, y, ¿qué voy a decir? ¿Que mi Padre me libre de este trance? No; que para eso he llegado a este trance. Padre, da gloria a tu Nombre” Jn 12,28.


Tu Reino y pedir a Dios que no nos deje caer en la tentación: es proclamar que el Reino de Dios Padre es un Reino en el que el tentador no tiene lugar. En el que la salud y la salvación del hombre se hacen realidad:

Jesús recorría toda la Galilea enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del reino y sanando entre el pueblo toda clase de enfermedades y dolencias. Mt 4,23

 
Tu Voluntad y el perdonar las deudas: es proclamar que la voluntad de Dios Padre es la de la armonía, la concordia y la paz.  La voluntad de Dios es perdonarnos siempre así como nosotros, sus hijos, estamos llamados a perdonar las deudas de los otros. Las deudas dicen más que las ofensas, las deudas no se olvidan, sabemos a quien debemos y quien nos debe, las ofensas muchas veces pasan inconscientemente.

¿No tenias tú que tener compasión de tu compañero como yo la tengo contigo? Mt 18,33

 
La frase central es:

El Pan nuestro de cada día dánoslo hoy.

 

El pan se refiere al maná que caía cada día para cada día. Afirmamos nuestra dependencia total de Dios Padre, pues solo pedimos para el día a día y es un pan comunitario. Como dice Éxodo 16, 17 es el pan que se necesita cada día, unos recogieron más otros menos, pero a nadie le falto. Sabiduría 16,20-26 nos recuerda que este pan se desea y pasa de ser pan material a ser pan Palabra.

El cristiano piensa en los otros, el que pide se identifica con las necesidades de la iglesia y de la nación. La oración no es individual, es comunitaria.

Elementos para meditar:

ü  ¿Qué incidencia tiene el pronunciar la Oración del Señor en mi vida cotidiana?

ü  ¿Cómo leeríamos el Padre Nuestro en nuestra comunidad de fe?

ü  ¿Qué nos exige orar personal y comunitariamente cada día y varias veces al día esta oración?