viernes, 28 de febrero de 2014

CUARESMA: TIEMPO DE SANACION INTERIOR

Todos necesitamos tiempo para sanarnos, tiempo para recuperar fuerzas,
tiempo para entrar en nuestro interior y encontrarnos con nosotros mismos.
A este tiempo lo llamamos retiro, silencio y soledad.
 
¿Y si hoy lo llamáramos
tiempo de sanación, tiempo de cura?
 
 
Pero ahora, retorna a mí de todo corazón …
Rasga tu corazón y no las vestiduras,
retorna al Señor tu Dios
que es compasivo y clemente,
paciente y misericordioso…      
Joel 2,12-13



Podríamos emplear también el concepto de cuarentena, que es la acción de aislar o apartar a personas, animales u objetos durante un período, para evitar o limitar el riesgo de que extiendan una determinada enfermedad contagiosa.
 
Entrar en cuarentena es, entonces, darnos un tiempo para ver qué nos aqueja, qué nos enferma y procurarnos medios para sanarnos y así poder estar junto a los otros y a su servicio.
 
La Escritura nos brinda ejemplos de amigos de Dios que pasaron por una cuarentena para sanarse espiritualmente y luego ser de nuevo introducidos en medio de la comunidad. Tomemos dos casos relevantes:
 
Myriam, la hermana de Moisés y de Aarón en Nm 12
Y Pablo en Gal 1,11-17
 
Myriam y Pablo, una mujer y un hombre, ella de la Primera Alianza y él de la Segunda Alianza, ambos personas influyentes en sus comunidades y buscadores de Dios. Llegan en un momento de su existencia a desviarse del camino.
 
Por ello necesitan alejarse y hacer lo que el judaísmo llama Techuvah, retorno a si mismos para encontrarse con ellos mismos, ver en qué punto están de su vocación y en qué han fallado con relación a la comunidad. Este encuentro con ellos mismos los lleva a encontrarse con el Señor.
 
Para Myriam es una imposición de la comunidad, para Pablo es una decisión personal. Pero ambos responden a este llamado y son sanados. Sólo después de este tiempo, de esta cuarentena, que puede durar menos o más días, según el caso de cada uno, pues para Myriam son siete días y para Pablo tres años, cada uno de ellos se reintegra a la comunidad.

 
La liturgia de la Palabra del Miércoles de ceniza, en Mateo 6, con la cual abrimos el tiempo de Cuaresma, nos ofrece una serie de herramientas para vivir nuestra CUARENTENA INTERIOR.
 
1. La limosna Mt 6, 2-4
2. La oración Mt 6, 5-7
3. El ayuno  Mt 6, 16-18

Tres medios, o podrimos decir curas, para fortalecernos interiormente y alejar los virus y las enfermedades contagiosas que muchas veces nos impiden vivir en comunidad.

Estas tres herramientas de la vida interior en la Biblia tienen como único objetivo el ayudarnos a desapegarnos, a soltarnos de los que nos ata y nos hace pesada la existencia propia y nos hace hacérsela pesada a otros.

El apego nos hace sufrir inútilmente, quizás nos da seguridad pero al final nos enceguece. Vivimos apegados a nosotros mismos, a nuestras ideas, a personas y a cosas que nos roban energías y ganas de vivir. Los apegos obnubilan y destruyen. Nos vuelven egocéntricos e incapaces de relacionarnos sanamente con nosotros mismos, con Dios, con los otros y con lo otro. 
 
1. La limosna

La limosna es desprendimiento, en la Biblia es llamada obra de justicia, de rectitud y de piedad. Denota además la virtud de caridad o una caridad especifica hacia el otro. La necesidad de ayudar al necesitado es un mandamiento y es el amor el que la motiva pues es benevolencia. Espiritualmente es una ayuda hacia el otro pero mucho más una ayuda para quien la da, pues invita al desapego, a desasirse, a desprenderse, a soltar. Es una ayuda par que quienes más tienen sientan que es un deber el no atesorar, el no guardar para sí lo que en justicia pertenece a otro que lo necesita.    
 
2. la Oración

Tiempo de encuentro sosegado con el Señor. La base de la oración personal es la certeza de que podemos comunicarnos con nuestro creador, un Dios cercano que se deja buscar y encontrar.
La oración es un medio que también lleva al desapego, a la liberación del ego, pues a través de ella sabemos que somos lo que somos por la gracia de Dios como lo decía san Pablo. En la oración tal como nos invita Jesús el centro lo ocupa el Padre con quien conversamos, nos situamos como hijos y consecuentemente como hermanos de los demás.
 
3. El ayuno

Es una manera de conectarnos con Dios. Es un desapego de algo material que nos lleve a sentir necesidad de Dios. El propósito del ayuno es el arrepentimiento que, si es verdadero, nos lleva a cambiar nuestras acciones. La Escritura combina lo spiritual con lo físico. Los judíos no rechazan lo físico en favor de lo espiritual, sino que reconocen la oportunidad de vivir una existencia física para ejercitar y reforzar la espiritualidad. En este mundo, lo físico y lo espiritual están intrínsecamente entrelazados y debemos utilizar a ambos para posibilitar nuestro máximo crecimiento y cumplir con nuestra razón de ser.
 
Sentir hambre en un nivel físico nos ayuda a acceder al concepto de “deseo” y “necesidad” en un nivel espiritual. Cuando esta herramienta es utilizada, en lugar de ignorada, puede estimular nuestro arrepentimiento. Ayunar también puede ayudarnos a superar el apego, pues se genera una sensación de pérdida y de vulnerabilidad que nos ayuda a ser humildes y a crear sanas relaciones con la comida, las cosas y las personas.
 
PARA REFLEXIONAR
 
La Iglesia nos ofrece este tiempo de Cuaresma como tiempo privilegiado de retorno al Señor. ¿Veo la necesidad de aprovecharlo como una cuarentena y hacer una cura espiritual?
 
¿Veo oportuno el revisar mis apegos y el aprovechar los medios que la palabra me ofrece para avanzar en mi vida espiritual?
 
¿Como comunidad en que deberíamos insistir en esta Cuaresma?
 

 
 

 
 
 




miércoles, 26 de febrero de 2014

PUESTOS A PRUEBA


PUESTOS A PRUEBA
 Por consiguiente quien crea estar firme tenga cuidado y no caiga. Ustedes no han tenido por ahora ninguna prueba que supere sus fuerzas humanas. Dios es fiel y no permitirá que sean probados por encima de sus fuerzas, al contrario, con la prueba les abrirá una salida para que puedan soportarla 1Co 10,12-13. 
 
Pablo ya nos abre a la dimensión teológica del ser probados. Él, que lo experimentó en carne propia sabe que somos probados pero no aniquilados (2Co 4,7-15) y por ello resalta en este texto de 1Co el valor de la prueba como medio para avanzar en la fe, siempre y cuando descubramos en ella la salida. La prueba no es algo excepcional, hace parte de la vida cotidiana.

LA PALABRA PRUEBA EN EL TEXTO HEBREO
En el texto hebreo encontramos la palabra NaSaH, que podemos traducir por probar, tentar, ensayar, provocar.  En español tenemos dos palabras para decir tentación y prueba, mientras que en hebreo solo se tiene una: Nasah, que emplean al mismo tiempo La Tanak, la biblia en hebreo y la LXX, la biblia en griego.

Recordemos que la Escritura nos presenta a Dios bajo dos nombres principales que son al mismo tiempo sus más grandes atributos:

El Señor o Adonay,  que expresa su misericordia y Elohim, el Dios del rigor y la justicia que pone a prueba al hombre y al pueblo.

LA PRUEBA DE ABRAHAM
El creyente en el Dios único es puesto a prueba, y una dura prueba, la de entregar a su hijo único, al prometido, al esperado y más aún al que Dios mismo concedió generosamente.

Y aconteció después de estas cosas, que probó DIOS a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí. (Gn 22,1)

Según la tradición judía Abraham paso por 10 pruebas en las que se mantuvo firme:
 
1.       La salida de Ur, deja su propia tierra, dejar su parentela, dejar su casa

2.      La hambruna en Haran

3.      Con Sara en el momento en que le faraón la quiso tomar

4.      De nuevo con Sara frente a Abimelek

5.      Con Lot y la repartición de tierras.

6.      La circuncisión

7.      El ofrecimiento de Isaac

8.     El reenvío de Ismael 

9.      La guerra con los cuatro reyes.

10.  La muerte de Sara.

Estas 10 pruebas son las situaciones de discernimiento por las que pasa todo hombre y mujer que desea convertirse en adorador del verdadero y único Dios, consisten ante todo en el desapego de seguridades sociales: pueblo, parentela y casa, para optar por un Dios Único. La prueba de desapegos personales: Sara, Isaac e Ismael que significan afectos y lazos fuertes a nivel relacional para optar de nuevo por Dios.

Esto no quiere decir que no se pueda amar o que se deba vivir sin afectos ni sentimientos. Es ante todo una invitación a ubicarnos y ver si las relaciones me atan o me dejan libre para andar en búsqueda del Dios Verdadero. 

También Abraham y el creyente son invitados al desapego de seguridades materiales como tierras y ganados para solo optar por la única riqueza que es Dios mismo.
 
Todo esto podría ser comparado con el libro de Job. Hombre rico en seguridades humanas y materiales, que mediante la prueba es llevado al despojo total para poder reconocer al Único y Verdadero Dios. Y poder hacer  al final su profesión de fe.

Te conocía solo de oídas, ahora te han visto mis ojos Job 42,5

 DIOS PUESTO A PRUEBA

Israel creyente es probado en el desierto en tanto que pueblo para saber si en verdad ama la Señor su Dios. El judaísmo rabínico supo resaltar la prueba desde su aspecto positivo, viéndolo como un medio de crecimiento espiritual y humano.
 
No darás oído a las palabras de tal profeta, ni al tal soñador de sueños; porque el SEÑOR vuestro DIOS los prueba, para saber si aman al SEÑOR su DIOS con todo su corazón.  (Dt 13,4) 

En el desierto, lugar del encuentro con la Palabra, Dios prueba a su pueblo (Ex 20,20) y al mismo tiempo su pueblo lo prueba cuando duda de su acción en favor de ellos.

La tradición judía subraya también 10 pruebas en el desierto, pero esta vez quien es probado es Dios por su propio pueblo.

1.       Las aguas amarga Ex 15,22-27

2.      El maná Ex 16,1-3

3.      El agua de la roca Ex 17, 1-2

4.      El becerro de oro Ex 32

5.      La desobediencia de los hijos de Aarón Lv 10,1

6.      El oasis de Cadés Nm 13-14

7.      Las quejas, solo pensaban en comer Nm 11,1-15

8.     La rebeldía contra Dios Nm 14

9.      La rebelión de Coraj, Datán y Abirán Nm 16

10.  El miedo a entrar en la Tierra prometida

La palabra prueba nasah y milagro o signo nes se acercan mucho en hebreo, es como si después de las pruebas acontecieran los milagros o como si estas condujeran al descubrimiento de signos favorables de parte de Dios a sus elegidos y a su pueblo en general. Del Dios probado surgen los grandes signos que ayudaron al pueblo a ir reconociendo al Señor su Dios.
 
Porque tú nos probaste, oh DIOS; nos afinaste como se afina la plata. (Sal 66,10).
 
El judaísmo nos asegura que Dios pone al hombre a prueba, mientras que Satán tienta. Sabiendo que tentación y prueba vienen de la misma palabra diríamos que las dos son necesarias para el crecimiento de una vida creyente.
 
En las tentaciones de Jesús se ponen de manifiesto las pruebas y las tentaciones del pueblo de Israel a través de su marcha por el desierto. Pero al contrario de su propio pueblo, Jesús las supera.

En la oración del Padre Nuestro pedimos a Dios que no nos deje caer en la tentación. No le pedimos que no exista la tentación o la prueba, ella está presente a lo largo de nuestra existencia, lo que le suplicamos es que tengamos la capacidad de discernir frente a ella y de actuar en consecuencia con nuestra vida de fe. 

Como dice San Jerónimo: caer en la tentación no es ser tentado sino ser vencido por la tentación.  Una cosa es ser tentado y otra caer en ella. 

Recurriendo a San Bernardo en su sermón 64 de su comentario al Cantar de los Cantares podemos concluir:  

Aquí estoy para cumplir lo prometido. Agarradnos las raposas, las raposillas que destrozan los viñedos; porque floreció nuestra viña. Las raposas son las tentaciones. Es irremediable que sobrevengan. No recibe el premio sino el que compite conforme al reglamento. ¿Y cómo competir si nadie ataca? Cuando te dispongas a servir a Dios, ten cuidado y prepárate para las pruebas, sabiendo que todo el que se proponga vivir fielmente en Cristo será perseguido. En efecto, las tentaciones son diversas en cada etapa distinta”.