NOEMÍ, mi dulzura
El libro de Ruth, uno de los más deliciosos para leer. Con aroma de telenovela romántica en la que la protagonista, Ruth, no es sólo la joven viuda y pobre que encuentre un marido rico sino que es además la abuela del gran rey David. Si bien es cierto que Ruth ocupa la centralidad del libro y éste recibe su nombre de ella, la otra mujer, Noemí, que abre y cierra el libro merece una atención particular. Noemí es nombrada 24 veces, la doble tradición de Israel 12 y 12, Ruth es nombrada 21 vez. Está en camino de ser hija de Israel.
“Dios ha visitado su pueblo” (1,6) escucha decir Noemí y ella sabe, como anciana, que llega la hora del retorno a su país, a su pueblo, a su tradición. Noemí es una mujer de discernimiento y de acción. Ella abandona su morada y se pone en marcha. Es una mujer de decisión.
Un dato curioso son los diez años que permanecen casados los hijos de Noemí y sus esposas, sin tener hijos. Ninguno de los dos engendra en tierra extranjera. Cuando en el judaísmo una pareja no tiene hijos después de diez años, el marido da la carta de matrimonio a su esposa, es la ketuba, y ésta regresa a su casa paterna como muertas. Aquí ocurre algo extraño quienes mueren son los esposos y las esposas regresan a Israel.
En el libro de Ruth las mujeres ocupan un papel muy especial, un grupo de mujeres al inicio: Noemí, las dos nueras Orfa, que representa a quienes no acogen el judaísmo y Ruth la convertida. Al final del primer capítulo aparece un grupo de mujeres que acogen y se alegran con la llegada Noemí, a pesar de que ésta pasa por un duelo. Al final del libro aparece de nuevo un grupo de mujeres, sin duda las mismas que se alegran, pero esta vez se regocijan por la Buena Nueva, un niño nos ha nacido, el hijo de Noemí. De nuevo las mujeres cambian la tradición son ellas que dan un nombre al hijo de Ruth y Noemí, ellas lo llaman Obed, el siervo del Señor.
En este libro las madres parecen poseer un lugar especial: “Regresen al lugar de su madre” (1,8), casi siempre se habla de la casa paterna. Una mujer regresa normalmente a la casa paterna, pues el padre es el jefe y el dueño de la casa, pero a sus nueras Noemí las envía a la casa materna. Este detalle da mucho para reflexionar en un libro sagrado de un pueblo que llamamos patriarcal o al parecer Noemí cambia las reglas de la tradición.
Detengámonos en Noemí y dediquémosle a esta gran mujer tiempo para conocerla y escrutar su figura y lo que ella representa para el pueblo de Israel.
Todo aspirante a engrosar las filas del judaísmo debe pasar por varias pruebas y por tres veces se les niega la admisión suplicándoles que retornen a su lugar, solo quienes perseveran entran en la comunidad judía. Así el texto nos muestra que tres veces Noemí dice a sus nueras que regresen, que vuelvan a su tierra, a su casa y a su dios.
Estoy plenamente resuelta a convertirme sean cuales sean las circunstancias pero prefiero someterme a ti que ningún otro. Cuando Noemí escucho esto comenzó a explicarle las leyes de los convertidos, en estos términos: hija mía no es de la costumbre de las hijas de Israel frecuentar los teatros de los paganos y los circos. A lo que Ruth respondió: donde tú vayas yo iré. Ella continuo, hija mía no es de la costumbre de las hijas de Israel habitar en una casa sin mezuza, a lo que ella respondió donde tu habitaras yo habitaré.
Tu pueblo será mi pueblo se refiere a las sanciones y recomendaciones de la Torah y tu Dios será mi Dios envía a los otros mandamientos [1].
Noemí la acompaña en la entrada a Israel, hacen el mismo camino que hace Josué guiando el pueblo, vienen de Moab, pasan el Jordán y suben hacia Bethlehem, hacia la casa del pan. El texto dice hermosamente que caminan juntas (1,19), es un camino discipular, como los discípulos de Emaús en Lucas 24. Ruth va aprendiendo la tradición de Israel mientras caminan, no es sólo Ruth que acompaña a Noemí, sino que Noemí es la acompañante de Ruth, la guía, la que transmite la tradición.5. Noemí conduce a Ruth a Bethlehem, su pueblo de origen, no la conduce a Jerusalén el lugar donde los convertidos deben ir para ser aceptados en el templo. Ella la lleva a la fuente. Pues si Bethlehem quiere decir casa del pan en el Midrash pan significa la Torah, la Palabra. Allí hay cosecha de cebada y trigo, el pan de cebada es la porción de los que se inician y el pan de trigo, de flor de harina es la porción de los avanzados en el judaísmo. Recordemos la multiplicación de los panes y los peces en Juan.
8. Noemí recibe de manos de Ruth al hijo de ésta que se convierte en su propio hijo, se hace cargo de él, participando a través de su nuera del linaje de David.
Muchas cosas nos enseña Noemí en la tarea de crecer como ancianas y como acompañantes de otras mujeres:
- No se puede acompañar sin tener la experiencia de Dios y sentir que El nos visita.
- Una actitud indispensable para acompañar es la dulzura, la amabilidad, la suavidad y la delicadeza para acoger y dirigir.
- No se puede acompañar sin conocer la tradición de Israel, de su pueblo, de su comunidad.
- Se debe saber caminar al lado de la otra, no delante ni atrás, juntas haciendo camino.
- La autoridad viene de la conciencia de ser ancianas y sabias. Mujeres de discernimiento y de toma de posiciones justas en el momento adecuado.
Noemí es símbolo de la inteligencia de los sabios que saben aprovechar las circunstancias para integrar en la comunidad creyente a la extranjera, y nada más y nada menos que una extranjera venida de un país enemigo. La sabiduría de la mayor permite que la menor haga historia de salvación, pues será en el futuro la abuela de David. Es la mujer abierta a la diferencia y que ayuda a que esta se integre y crezca.
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