PUESTOS A PRUEBA
Pablo ya nos abre a la dimensión teológica del ser probados.
Él, que lo experimentó en carne propia sabe que somos probados pero no
aniquilados (2Co 4,7-15) y por ello resalta en este texto de 1Co el valor de la
prueba como medio para avanzar en la fe, siempre y cuando descubramos en ella
la salida. La prueba no es algo excepcional, hace parte de la vida cotidiana.
LA PALABRA PRUEBA EN EL TEXTO HEBREO
En el texto hebreo encontramos la
palabra NaSaH, que podemos traducir
por probar, tentar, ensayar, provocar. En
español tenemos dos palabras para decir tentación y prueba, mientras que en
hebreo solo se tiene una: Nasah, que
emplean al mismo tiempo La Tanak, la biblia en hebreo y la LXX, la biblia en griego.
Recordemos que la Escritura nos
presenta a Dios bajo dos nombres principales que son al mismo tiempo sus más
grandes atributos:
El Señor o Adonay, que expresa su misericordia y Elohim, el Dios del rigor y la justicia
que pone a prueba al hombre y al pueblo.
LA PRUEBA DE ABRAHAM
El creyente en el Dios único es puesto a prueba, y una dura
prueba, la de entregar a su hijo único, al prometido, al esperado y más aún al
que Dios mismo concedió generosamente.
Y aconteció después de estas cosas, que probó DIOS a
Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí. (Gn 22,1)
Según la tradición judía Abraham paso por 10 pruebas en las que se
mantuvo firme:
1. La salida de Ur, deja su propia tierra, dejar su parentela, dejar su
casa
2. La hambruna en Haran
3. Con Sara en el momento en que le faraón la quiso tomar
4. De nuevo con Sara frente a Abimelek
5. Con Lot y la repartición de tierras.
6. La circuncisión
7. El ofrecimiento de Isaac
8. El reenvío de Ismael
9. La guerra con los cuatro reyes.
10. La muerte de Sara.
Estas 10 pruebas son las situaciones de discernimiento por
las que pasa todo hombre y mujer que desea convertirse en adorador del
verdadero y único Dios, consisten ante todo en el desapego de seguridades
sociales: pueblo, parentela y casa, para optar por un Dios Único. La prueba de
desapegos personales: Sara, Isaac e Ismael que significan afectos y lazos
fuertes a nivel relacional para optar de nuevo por Dios.
Esto no quiere decir que no se pueda amar o que se deba
vivir sin afectos ni sentimientos. Es ante todo una invitación a ubicarnos y
ver si las relaciones me atan o me dejan libre para andar en búsqueda del Dios
Verdadero.
También Abraham y el creyente son invitados al desapego de
seguridades materiales como tierras y ganados para solo optar por la única
riqueza que es Dios mismo.
Todo esto podría ser comparado con el libro de Job. Hombre
rico en seguridades humanas y materiales, que mediante la prueba es llevado al
despojo total para poder reconocer al Único y Verdadero Dios. Y poder
hacer al final su profesión de fe.
Te conocía solo de oídas, ahora te han visto mis ojos Job 42,5
Israel
creyente es probado en el desierto en tanto que pueblo para saber si en verdad
ama la Señor su Dios. El
judaísmo rabínico supo resaltar la prueba desde su aspecto positivo, viéndolo
como un medio de crecimiento espiritual y humano.
No darás oído a las
palabras de tal profeta, ni al tal soñador de sueños; porque el SEÑOR vuestro DIOS
los prueba, para saber si aman al SEÑOR su DIOS con todo su corazón. (Dt 13,4)
En el desierto, lugar del
encuentro con la Palabra, Dios prueba a su pueblo (Ex 20,20) y al mismo tiempo
su pueblo lo prueba cuando duda de su acción en favor de ellos.
La tradición judía subraya
también 10 pruebas en el desierto, pero esta vez quien es probado es Dios por
su propio pueblo.
1.
Las
aguas amarga Ex 15,22-27
2.
El
maná Ex 16,1-3
3.
El
agua de la roca Ex 17, 1-2
4.
El
becerro de oro Ex 32
5.
La
desobediencia de los hijos de Aarón Lv 10,1
6.
El
oasis de Cadés Nm 13-14
7.
Las
quejas, solo pensaban en comer Nm 11,1-15
8.
La
rebeldía contra Dios Nm 14
9.
La
rebelión de Coraj, Datán y Abirán Nm 16
10. El miedo a entrar en la
Tierra prometida
La palabra prueba nasah y milagro o signo nes se acercan mucho en hebreo, es como si después de las pruebas acontecieran los milagros o como si estas condujeran al descubrimiento de signos favorables de parte de Dios a sus elegidos y a su pueblo en general. Del Dios probado surgen los grandes signos que ayudaron al pueblo a ir reconociendo al Señor su Dios.
El judaísmo nos asegura que Dios pone
al hombre a prueba, mientras que Satán tienta. Sabiendo que tentación y prueba
vienen de la misma palabra diríamos que las dos son necesarias para el
crecimiento de una vida creyente.
En las tentaciones de Jesús se ponen de
manifiesto las pruebas y las tentaciones del pueblo de Israel a través de su marcha
por el desierto. Pero al contrario de su propio pueblo, Jesús las supera.
En la oración del Padre Nuestro
pedimos a Dios que no nos deje caer en la
tentación. No le pedimos que no exista la tentación o la prueba, ella está
presente a lo largo de nuestra existencia, lo que le suplicamos es que tengamos
la capacidad de discernir frente a ella y de actuar en consecuencia con nuestra
vida de fe.
Como dice San Jerónimo: caer en la tentación no es ser tentado sino
ser vencido por la tentación. Una
cosa es ser tentado y otra caer en ella.
Recurriendo a San
Bernardo en su sermón 64 de su comentario al Cantar de los Cantares podemos
concluir:
“Aquí estoy para cumplir lo prometido. Agarradnos
las raposas, las raposillas que destrozan
los viñedos; porque floreció nuestra viña. Las raposas son las tentaciones. Es irremediable que sobrevengan. No recibe el premio sino
el que compite conforme al reglamento. ¿Y cómo competir si nadie ataca? Cuando
te dispongas a servir a Dios, ten cuidado y prepárate para las pruebas,
sabiendo que todo el que se proponga vivir fielmente en Cristo será perseguido.
En efecto, las tentaciones son diversas en cada etapa distinta”.
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