PREPAREMOS LA SOLEMNIDAD DEL NACIMIENTO DEL SEÑOR
CONTEMPLADO EL ICONO DE LA NATIVIDAD
Contemplar los iconos permite entrar en los misterios de nuestra fe y profundizarlos. La mayoría de ellos expresan en su escritura contenido de los evangelios y contenido de los textos apócrifos.
Con el icono de la Natividad entramos en la manifestación de Dios entre nosotros, en él encontramos una síntesis de nuestra fe en Jesucristo: su encarnación, muerte y resurrección. Contemplémoslo y analicemos algunos de sus elementos:
La figura de María aparece en primer plano, la montaña es imagen de ella “El monte Sión que el ama”. Sal, 77(78), 68. Es la montaña que Dios
se ha dignado elegir para su estancia”. Sal. 67 (68).17,4.
La gruta: la gruta al centro muestra las entrañas de la montaña que intenta tragarse al recién nacido, representa el infierno y la muerte sobre la que está suspendido Cristo. se parece a la gruta abierta en los iconos de la Resurrección.
Desde el inicio de la vida de Jesús, la Iglesia lo proclama Vencedor de la muerte en la representación de su nacimiento. La cuna - sepulcro está suspendida sobre las tinieblas de la cueva, el infierno y la muerte.
La nube: Los Apócrifos cuentan que “en el momento del nacimiento, la nube que recubría la cueva, se disipó y apareció una gran luz, que la vista no era capaz de mantener. Luego esa luz decreció lentamente y apareció el Niño” Protoevangelio de Santiago 19,2. La nube simboliza la Shekina, la presencia divina que está presente en lo escondido, una presencia misteriosa. Como la presencia de Dios que acompañaba a su pueblo en el éxodo, o la que está presente en el bautismo y en la transfiguración de Jesús. La nube es también como la estrella que guía hasta la gruta a los sabios de Oriente, un rayo de su luz cae hasta el recién nacido.
Desde el inicio de la vida de Jesús, la Iglesia lo proclama Vencedor de la muerte en la representación de su nacimiento. La cuna - sepulcro está suspendida sobre las tinieblas de la cueva, el infierno y la muerte.
La nube: Los Apócrifos cuentan que “en el momento del nacimiento, la nube que recubría la cueva, se disipó y apareció una gran luz, que la vista no era capaz de mantener. Luego esa luz decreció lentamente y apareció el Niño” Protoevangelio de Santiago 19,2. La nube simboliza la Shekina, la presencia divina que está presente en lo escondido, una presencia misteriosa. Como la presencia de Dios que acompañaba a su pueblo en el éxodo, o la que está presente en el bautismo y en la transfiguración de Jesús. La nube es también como la estrella que guía hasta la gruta a los sabios de Oriente, un rayo de su luz cae hasta el recién nacido.
La madre y el recién nacido: En el centro
María simboliza a la humanidad que contempla de rodillas frente a la gruta
del nacimiento al Señor que está presente en la entrada. María al contrario de Moisés en el monte Sinaí puede mirar cara a cara al Emanuel, Dios entre nosotros. Dios se ha hecho
Hombre. Dios se hace visible y accesible al hombre. En esta montaña santa la humanidad contempla a la divinidad sin esconderse o cubrirse el rostro. Dios encarnado se hace cercano para que nos acerquemos a él sin miedo. María vestida con su maforion o manto, está signada con las tres estrellas (frente y ambos hombros) que hablan de su virginidad antes, durante y después del parto.
El Niño en un sarcófago, un comedero, y envuelto en pañales: Jesús niño con rostro adulto, aparece amortajado como un muerto, quizás imagen de Lázaro. Los lienzos son, según el texto de Lucas, una señal para reconocerlo así como después de la resurrección las mujeres, Pedro y Juan reconocen al resucitado. Los pañales del Niño son imagen de las vendas mortuorias que después aparecerán esparcidas por el sepulcro cuando resucite. aquí esta ya evidenciado el gran misterio de la resurrección de nuestro salvados. Nacemos para morir y resucitar con él.
El Niño en un sarcófago, un comedero, y envuelto en pañales: Jesús niño con rostro adulto, aparece amortajado como un muerto, quizás imagen de Lázaro. Los lienzos son, según el texto de Lucas, una señal para reconocerlo así como después de la resurrección las mujeres, Pedro y Juan reconocen al resucitado. Los pañales del Niño son imagen de las vendas mortuorias que después aparecerán esparcidas por el sepulcro cuando resucite. aquí esta ya evidenciado el gran misterio de la resurrección de nuestro salvados. Nacemos para morir y resucitar con él.
Los ángeles: en la parte superior el grupo de ángeles canta: “Gloria a Dios en las alturas gran alegría ras y en la tierra paz a los hombres que ama
el Señor”. Ellos hablan de la naturaleza angélica presente en el gran acontecimiento de Dios hecho hombre. Un ángel conversa con un pastor, entran en diálogo el mundo angélico y lo humano, le anuncia la gran alegría de la salvación, su mano hace el signo de la Encarnación-Trinitaria:
dos dedos juntos y tres tocándose por las puntas. Su significado es la
salvación viene del Dios Uno y Trino a través de la Encarnación de Cristo.
José: pensativo y apartado, frente a él un anciano tranquilo, vestido con pieles y apoyado en un bastón, que representa al diablo vestido con piel de cabra y que lleva a José a dudar. José es imagen del drama humano: el hombre ante el misterio. José tiene dudas... los apócrifos dicen que el diablo dice a José: “Como este bastón que yo llevo no puede producir brotes, del mismo modo un viejo como tú no puede engendrar y una virgen no puede alumbrar”.
El pastor - demonio: recibe el nombre de Tirso, que en la antigüedad era el bastón atribuido al dios Dionisio.
Los pastores: son imagen del pueblo “que caminaba en tinieblas y ve una gran luz”. Is 9,1. Cerca al pastor de la derecha un niño toca una flauta, antítesis de la música celestial.
El buey y el asno: en la entrada de la gruta están presentes simbolizando a los gentiles. El buey representa el culto a Mitra y el asno la lujuria, representación de aquellos que teniendo el misterio de la Encarnación de Dios delante no saben verlo o no quieren verlo, de ahí que sus miradas inexpresivas se dirijan a un punto perdido.
Árbol: representa el tronco de Jesé de Is 11,1-2.
Los sabios de Oriente: debajo de los ángeles están presentes los tres sabios de Oriente a caballo y guiados por la nube - estrella. Representan a los pueblos que la Nueva alianza incluye en su mensaje salvífico, todos los hombres, de todos los pueblos y de todas las condiciones tienen cabida en Cristo.
Los sabios son como las mujeres que viene al sepulcro a ungir a Jesús, ellas son llamadas en la tradición miroforas, estos sabios son representados con las tres edades del hombre: joven, adulto y anciano, para decirnos que a cualquier edad estamos llamados a ir hacia el Salvador.
Las mujeres que bañan al niño: son dos mujeres presentes en el Protoevangelio de Santiago 19 y 20. La partera que afirma la maternidad de María y Salomé que afirma su virginidad, ellas colaboran bañando al niño. Según la tradición la comadrona es Eva que junto a Salome se ocupan del Niño. Eva da la vida mortal, María la Inmortal. María pone en manos de Eva la Vida Inmortal: su Hijo. El baño es una imagen del bautismo, se le baña en una pila bautismal.
Este icono sintetiza el contenido de nuestra fe y nos prepara a celebrar el gran acontecimiento de Dios que se humana y se acerca a nosotros.
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