Las dos están unidas por la pregunta del versículo 8: Cuando llegue el Hijo del Hombre ¿encontrará esa fe en la tierra?
Son dos parábolas que parecen gemelas: tienen una introducción (versículos 1 y 9) en la que se nos dice la intención de Jesús al contarlas, lo que debe hacer el creyente. Tienen una conclusión (6-8 y 14) en a que se nos dice lo que Dios hace.
Las dos parábolas tienen dos personajes, uno que se cree sin necesidad de Dios y de los otros pues se basta a si mismo y otro que suplica la atención de quien puede escucharlo y hacerle justicia. Dios es quien verdaderamente hace justicia. Como la viuda, no podemos hacernos justicia a nosotros mismos.
La palabra clave en estas dos parábolas es justicia y su derivado justo.
En hebreo Tzedeq es justicia, de aquí sale Tzadiq, justo.
La palabra Tzedeq traduce al mismo tiempo inocencia, equidad, verdad, bondad, favor y gracia. atributos propios de Dios que es la Justicia misma.
El creyente está llamado a ser justo Tzadiq que traduce también: piadoso, virtuoso, inocente, favorable.
Podríamos decir que estas dos parábolas nos hablan de la vocación propia de Dios, el Justo por excelencia: Hacer justicia a sus elegidos.
Y la vocación de los elegidos de Dios: Ser justos en su existencia y con sus hermanos.
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